Comentario
Desde la llegada al trono de Enrique V (1413-1422), circunstancias interiores y exteriores favorecieron el enfrentamiento bélico con Francia. Brillante militar, el segundo Lancaster quiso hacer realidad el dominio inglés sobre los antiguos territorios Plantagenet y la unión personal de las coronas de Francia e Inglaterra -o tesis de la "Doble Monarquía"-. Este ambicioso ideal coincidió con la necesidad de desviar el potencial militar y las ambiciones de la levantisca nobleza inglesa fuera de las islas. El proyecto lancasteriano estuvo a punto de hacerse realidad, pero acabaría precipitando la derrota final de Inglaterra.
En 1415 el monarca inglés Enrique V desembarcó en Normandía al mando de un pequeño y potente ejército. Antes de hacerlo, se había asegurado la alianza de los borgoñones, que se apartaron del conflicto. Después de tomar Harfleur, Enrique V se retiró hacia Calais perseguido por el numeroso ejército francés de los armagnacs. El 25 de octubre de 1415 Enrique V y los franceses se encontraron en Azincourt, donde los arqueros y la caballería desmontada inglesa barrieron a la caballería pesada francesa. Con esta brillante victoria Enrique V reforzó su alianza con Borgoña y atrajo el apoyo diplomático del emperador Segismundo, pero las consecuencias políticas de esta espectacular batalla fueron limitadas.
Entre 1417 y 1419 Enrique V reinició las operaciones en Normandía. A diferencia del siglo XIV, la estrategia inglesa no se satisfacía con largas y destructivas cabalgadas en territorio enemigo, sino que exigió la ocupación total del territorio. La conquista completa del ducado -Caen (1417) y Rouen (1419)- no pudo ser evitada por los franceses, apoyados en ocasiones por flotas privadas castellanas. Los ingleses sometieron Normandía a una explotación sistemática. En pleno avance inglés, el duque de Borgoña Juan Sin Miedo se hizo con París aprovechando la demencia de Carlos VI, la juventud del delfín Carlos y las intrigas de la reina Isabel. Después de ocupar Normandía, la amenaza inglesa sobre la misma París llevó a un acercamiento de borgoñones y armagnacs (1419), pero la operación tuvo un final dramático: antes de la entrevista a celebrar en Montereau Juan Sin Miedo fue asesinado por vasallos del delfín Carlos, jefe de los armagnacs, vengándose la muerte de Luis de Orleans a manos de los borgoñones (1407). La situación dio un giro decisivo: Felipe el Bueno (1419-1467), hijo de Juan Sin Miedo, se echó en brazos de Inglaterra.
Con la guerra ganada, el apoyo vital de Borgoña y el rey Carlos VI incapacitado, Enrique V estaba en condiciones de materializar la Doble Monarquía. La reina Isabel de Baviera, los Estados del Languedoïl y la Universidad de París apoyaron el proyecto lancasteriano, mientras que el senil Carlos VI aceptó los derechos de Enrique V convencido por Felipe el Bueno. Todo ello se materializó en los acuerdos de Troyes (21-mayo-1420). Inglaterra mantuvo Normandía, Carlos VI sería sucedido por Enrique V, que casó con su heredera Catalina, y el delfín Carlos, responsable del crimen de Montereau, quedó convertido en un proscrito. Lo acordado en Troyes -la ruptura de la legitimidad dinástica- fue aceptado en gran parte de Francia por la evidencia de los hechos consumados (ocupación militar de Normandía, amenaza inglesa sobre París, firme alianza Borgoña-Inglaterra) y la esperanza de una paz que se creía inminente. Sin embargo, las regiones centrales y meridionales del país, ajenas a la presión militar anglo-borgoñona, se negaron a acatar la Doble Monarquía.